- No mujer, son tan solo las cuatro y diez de la tarde y mi organismo está acostumbrado a ponerse a la mesa a la una y media dos; pero tu sigue mirando esos jodidos escaparates a ver si consigues que la puta úlcera que está naciendo en mis entrañas explote y esparza por la calle todos mis ornamentales órganos. ( negrita = pensamiento)
- No mujer, tú tranquila que no pasa nada.
Omitiendo esos momentos por aproximadamente una hora nos disponemos a entrar al local selectamente escogido ( un jodido antro de mala muerte) donde nos atiende un amable, pero sucio y sudoroso hostelero.
¿ Qué desean? Y va ella, y sin dudar dos segundos va y dice:
- Para mí una ración de chipirones a la plancha, gracias.
Osea, que me tiene dos enormes, inmensas, eternas dos horas divagando por toda la ciudad para luego, ¿ pedir unos putos chipirones a la plancha? Bien, bien.
Ahí tengo una laguna debido a una lipotimia mental que me entró y cuando recobro el conocimiento va y me dice:
- ¿ Y tú qué? Tanta hambre, tanta hambre para luego ponerte a hacer el mono.
- Dios mío, estoy a puntísimo de mandar a la mierda el protocolo de la operación T.E.N.P.A. y cantarle las cuarenta; pero no, aguanto y me pido lo mío.
Si es que no se puede dejarles tomar las decisiones a las mujeres, como no se puede ser tan cabrón como para mandarle una inspección al dueño del restaurante aquel; pero lo siento, con alguien tendré que pagarlas ¿no?
Muchas gracias y hasta pronto.
- No mujer, tú tranquila que no pasa nada.
Omitiendo esos momentos por aproximadamente una hora nos disponemos a entrar al local selectamente escogido ( un jodido antro de mala muerte) donde nos atiende un amable, pero sucio y sudoroso hostelero.
¿ Qué desean? Y va ella, y sin dudar dos segundos va y dice:
- Para mí una ración de chipirones a la plancha, gracias.
Osea, que me tiene dos enormes, inmensas, eternas dos horas divagando por toda la ciudad para luego, ¿ pedir unos putos chipirones a la plancha? Bien, bien.
Ahí tengo una laguna debido a una lipotimia mental que me entró y cuando recobro el conocimiento va y me dice:
- ¿ Y tú qué? Tanta hambre, tanta hambre para luego ponerte a hacer el mono.
- Dios mío, estoy a puntísimo de mandar a la mierda el protocolo de la operación T.E.N.P.A. y cantarle las cuarenta; pero no, aguanto y me pido lo mío.
Si es que no se puede dejarles tomar las decisiones a las mujeres, como no se puede ser tan cabrón como para mandarle una inspección al dueño del restaurante aquel; pero lo siento, con alguien tendré que pagarlas ¿no?
Muchas gracias y hasta pronto.